Bueno, para comenzar con mi experiencia decidí ponerme los cascos, al principio para aislarme del ruido de fuera, pero después pensé: la música siempre me ha ayudado a pensar mejor.. ¿por qué no? Y convencida, sintonicé una emisora de radio en mi ordenador y comencé con la experiencia.
Cerré los ojos y le di a "play" para que empezara la música. Sorprendentemente, la canción que estaba sonando en ese momento era una de mis canciones favoritas: Nothing else matters de Metallica; esto hizo que me sumergiera de golpe en
Central Park de Nueva York. Este lugar creo que fue de los más especiales; estaba allí, andaba sobre el césped y veía los árboles de alrededor, incluso hubo un momento en que miré al cielo y me molestó el brillo del sol, fue alucinante.
De repente, evocando a el cuento infantil " Alicia en el país de las maravillas", me lancé por un agujero que se adaptaba perfectamente a mi cuerpo y al segundo siguiente me encontraba en la
Plaza Roja de Moscú.
Podía ver con detalle los azulejos rojizos que formaban parte de aquella gran construcción pero no me quede allí mucho tiempo, porque rápidamente mi mente voló hasta el barrio
Little Italy de Nueva York; aunque no encuentro explicación a que mi mente se fuera hasta allí, lo achaco a películas vistas en las que sale.
Me fui de nuevo, esta vez a la
India; recorrí calles que mi mente había imaginado. Calles llenas de bazares, con un montón de hombres mayores con la barba muy larga vendiendo todo tipo de productos, yo iba en un coche y ellos me los ofrecían según pasaba.
Cuando me fui de nuevo, volé hasta los campos de tulipanes de
Holanda, a los molinos de
Castilla-La Mancha; pasé por
Madrid y la Puerta de Alcalá, recorrí los
Campos Elíseos de París que me llevaron a contemplar la majestuosidad de la
Torre Eiffel y, creo que mi subsconsciente quiere visitar este sítio; volví a Central Park.
De ahí, pasé a visitar el
Cristo Redentor de Brasil, con una vista aérea desde un helicóptero y me fuí a visitar los
Moais. Me bajé del helicóptero y me escondí detrás de uno de ellos, aparecí en Tierra de Fuego y salté, llegando hasta la
Antártida.
Desde ahí, me sumergí en el helada agua y emergí en el
Támesis, con la consecuencia de subirme a
The London Eye para ver la
Zona Zero de Nueva York y el
Obelisco de Washington, con la correspondiente estatua de
Abraham Lincoln delante de él.
De repente, sonó en la radio una canción que conocía muy bien: Bicyle Race de Queen; esta canción me llevó a pensar en carreteras con gente montando en bici y en el estadio
Wembley.
Seguí volando y pasé por lugares como
Sierra Nevada y Pompeya, hasta
Grecia, el Tíbet e
Irlanda; hasta que sonó la alarma de los 30 minutos máximos que tenía para estar con la experiencia y me enfadé; estaba muy feliz viajando por el mundo. Esta experiencia me ha llevado a que, sin duda alguna, debo visitar todos esos lugares y muchos otros para poder sentirlos vivamente, tanto sus condiciones atmosféricas como sus gentes y su cultura; realmente me ha encantado esta experiencia y la volveré a repetir cuando esté más agobiada y necesite tranquilidad y reposo.
"Los viajes son en la juventud una parte de educación y, en la vejez, una parte de experiencia"
(Sir Francis Bacon)