El procedimiento que el analista quiere que el paciente emplee para facilitar la comunicación de los pensamientos es la asociación libre.
Se
pide al paciente que trate dentro de lo posible de dejar venir las cosas y de
decirlas sin importarle la lógica ni el orden; ha de comunicar incluso lo que
le parezca trivial, vergonzoso o descortés. Dejando que las cosas le
vengan a la mente, se produce una regresión al servicio del Yo. La
tarea del analista consiste en analizar esos derivados por el paciente.
El papel del analista es el
del observador y comentarista interesado pero neutral, escucha
de manera activa
y ayuda
al paciente a enunciar con claridad sus experiencias, y a analizarlas, para que
pueda comprenderlas. Pero se cuida muy especialmente de ejercer indebida
influencia sobre dichas experiencias o de encauzar su conducta según pautas
determinadas.
El
terapeuta no aconseja, no administra recompensa ni establece castigos; no
entabla con el paciente una relación de maestro o amigo; mantiene una neutralidad;
observa sin participar mayormente, comenta sin juzgar.
La neutralidad no quiere
decir la indiferencia ante el paciente, pero el terapeuta no gratifica la
necesidad que experimenta el paciente de ser aceptado o rechazado, recompensado
o castigado, aprobado o desaprobado, ni sus necesidades de “alimentación” o
dependencia. Se tratará de evitar también cualquier tipo de manipulación consciente.
Valme Pérez 2º Bach. B
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